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El corozo da vida

“En momentos en que no hay trabajo, no hay nada, el corozo por acá es vida”.

En mi último viaje como comunicadora del Programa, conocí la finca “La Pastora”, 246 hectáreas en el corregimiento de San Antonio, Sucre, donde trabajan 37 familias del Cabildo menor de San Antonio.

Viajé un sábado como a eso de las seis y media de la mañana desde San Juan Nepomuceno hasta Sincelejo, donde me recogió, en su moto, el hijo del representante legal de Cudesac, la organización local sin ánimo de lucro que ejecuta en este momento, junto con el Cabildo, el negocio de corozo de lata, co-creado en el marco de Programa Paisajes para aprovechar esta especie endémica del bosque seco tropical.

La señora Erótida, en su casa, con la fruta de corozo. Foto: Natalia Gónima

De camino a un supermercado donde nos reuniríamos con la persona que me haría el recorrido le pregunté Edwin si es normal andar sin casco, pues vi muchos motoristas y parrilleros que no se protegían, incluyéndome a mí. Me respondió que no era permitido y que de hecho estaban poniendo muchas multas, o al menos eso entendí.

Luego de una breve reunión para discutir el cronograma del fin de semana, José Díaz, quién sería mi guía y yo, arrancamos en su moto camino a la finca creyendo llevar la suerte de nuestro lado, pero apenas a dos cuadras recorridas, en una esquina nos paró la policía. Nos bajaron de la moto y se la llevaron junto con otras más.

En esta situación nos vimos obligados a pagar 25mil pesos a un taxi. Ya en la Pastora, hicimos el recorrido caminando bajo el calor incesante del Caribe colombiano. Para nuestra fortuna la finca posee varios árboles que de vez en vez nos refrescaban con su sombra.

Caminando por la finca me encontré con algunas vacas que a pesar de la escases de pasto se encontraban bien alimentadas gracias a los sistemas silvopastoriles y agroforestales implementados por el cabildo. También vi, a lo lejos, una reserva natural de bosque seco tropical bien tupida y varias macollas de palma de corozo.

Palma de corozo, finca La Pastora. Foto: Natalia Gónima

Historia de una lucha

Al final del recorrido que duró aproximadamente dos horas, llegamos al perímetro de La Pastora donde viven las familias miembros del cabildo. Ernesto Alfredo Santos Carrascal, capitán del cabildo, sentado bajo la sombra de un rancho de palma amarga nos contó la historia de cómo llegaron a ser dueños de estas tierras.

“Primero llegó una gente y nos dijo que debíamos pelear las tierras como campesinos y más adelante otra gente de Córdoba nos dijo que estábamos en territorio indígena entonces debíamos pelearlo como indígenas”.

Al preguntarle por la fecha en que se hicieron dueños legales de La Pastora me trae un librito en el que dice que el 8 de abril 1984 fue el día de la toma definitiva de la finca y al terrateniente de apellido Vergara no le quedó más que comunicarse con el Incora, ahora Incoder, para solucionar el problema.

Ernesto Alfredo Santos, capitán del cabildo menor se San Antonio. Foto: Natalia Gónima

El conflicto se resuelve en un principio cuando el finquero cede al cabildo 36 hectáreas de la finca y al año les entrega 256 y media hectáreas. Según dice Ernesto, cuyo padre fue asesinado en la lucha por las tierras que hoy le dan de comer, en un principio eran 77 familias, pero solo quienes cumplieron el modelo comunitario de trabajo se han ido quedando y ahora son 37 familias las que trabajan en La Pastora.

Hoy en día la finca es un ejemplo a seguir, pues gracias a diferentes capacitaciones que recibieron estas personas, sus diferentes sistemas productivos son sostenibles. Hay una zona de reserva de xx hectáreas donde nadie se mete y de los productos allí cosechados vive la comunidad entera.

Familia de Ernesto Santos, en el perímetro de la finca La Pastora. Foto: Natalia Gónima

Vínculo ciudad y campo

El Programa Paisajes de Conservación, fase Caribe, se ha concentrada en proteger el bosque caribeño, amenazado por la ganadería extensiva, los monocultivos y la urbanización, a través la implementación de corredores biológicos que conectan el bosque en peligro de extinción.

Hace dos años, el Grupo de Investigaciones de Palmas neo tropicales de la Universidad Nacional, en el marco del Programa, hizo un pre diagnóstico de la palma amarga, Sara, estera y corozo, palmas endémicas del bosque tropical. Según este estudio, la palma de corozo es de las especies nativas con mayor valor comercial por las características del fruto que produce, con un porcentaje alto en oxidantes, ácidos orgánicos, proteínas y minerales.

Fruto de corozo del corregimiento de Santiago de Abad. Foto: Natalia Gónima

Con el objetivo de conservar esta palma, conservar el bosque seco tropical y mejorar las condiciones de vida de comunidades rurales, Cudesac y el cabildo de San Antonio identificaron una oportunidad de negocio sostenible con el corozo de lata. La idea es cosechar el corozo cuando está maduro, bajo unos protocolos de manejos establecidos por la Universidad Nacional y Cudesac, y vender de forma directa la pulpa de corozo a empresas como Selva Nevada, Labfarvé y Wok.

Hablando con Edwin Brieva, antes de visitar La Pastora, me contó que a finales del año pasado, Cudesac entregó 1000 kilogramos de pulpa de corozo, pero que desafortunadamente, por la intensa sequía, se recogieron en la finca únicamente 200 kilogramos.

Así pues los otros 800 vinieron de cosechadores de corozo del corregimiento de Santiago de Abad, en el municipio de San Benito, un pueblo de tradición pesquera interesado en unirse al proyecto con el fin de asociarse entre ellos y organizar el negocio, de tal manera que puedan vender el corozo de forma regular a un precio justo.

"La idea es hacer un centro de acopio aquí en la finca y comprar a los alrededores porque pa’ allá pa’ los alrededores hay bastante corozodice el capitán del Cabildo, con la esperanza de que caiga el agua para que ellos también puedan vender.

Ernesto Santos con su hija, su hermano y el hijo del hermano. Foto: Natalia Gónima

El corozo salva la patria

En el bosque seco tropical crece de manera silvestre la palma de corozo conocida por los locales como “el corozo de lata”. Cuando hay agua, normalmente entre julio y septiembre, estos islotes de alrededor de 100 troncos espinosos producen racimos de un fruto color sangre de toro.

Palma de corozo. Foto: Andrés Estefan

La fruta de la palma de corozo ha sido usada tradicionalmente para hacer Jugo, helado, vino, chicha y hasta para curar enfermedades como hepatitis y cáncer. Lo cierto es que hoy en día se sabe que el fruto tiene un porcentaje alto en antioxidantes, ácidos orgánicos, vitaminas y minerales. En algunos corregimientos como Santiago de Abad, un pueblo que siempre se ha beneficiado de la oferta de bagre, bocachico y cachama, peces que se capturan en las playas de las ciénagas que baña el río San Jorge, la venta de corozo salva la patria.

Luego de la entrevista con el capitán del Cabildo nos tomamos con José un “Costeñita” bien fría, en la una tienda a la salida de La Pastora y luego le pedimos a un muchacho que tenía moto que nos sacra ala carretera para volver a Sincelejo. Esa noche dormí en un hotelito de donde salía al día siguiente a las cinco y media para encontrarme con José en la estación de buses para ir a conocer el corregimiento de Santiago de Abad.

Primero tomamos un taxi que nos levó hasta el municipio Galeras donde dos motoristas sin casco nos llevaron por un camino, en su mayoría, sin pavimentar. Una vez en el pueblo, uno de los más bonitos que he conocido en este trabajo, visitamos dos familias que siempre han vendido corozo en Sincelejo.

Erótida Alicia Gamarra, una mujer de 62 años nacida y criada en Santiago de Abad, en el municipio de San Benito, quien ha vendido esta fruta hace 40 años dice que antes en el pueblo los hombres vivían de la pesca y la agricultura y las mujeres de la venta de corozo. Sin embargo, hoy en día por la escases del agua en la ciénaga El Roble, hasta los pesqueros se han metido en el negocio. Esto es bueno pues la gente local valora la planta y por ende quiere conservarla.

Familia de Erótida Gamarra. Foto: Natalia Gónima

No obstante el negocio de corozo no es tan rentable como solía serlo. Según, María Díaz, vecina de Erótida, vendedora de corozo hace dieciocho años, los dueños de las fincas han mandado a cortar las palmas. “Antes había corozo en cantidad aquí cerquita de los pueblos y yo casi todos los días mandaba 100 bultos para Sincelejo”.

Sin embargo, la señora Doris es consciente de que el problema es por lado y lado, pues los finqueros se quejan de que les cortan el alambrado para sacar el corozo o dejan la puerta abierta y se les sale el ganado. Y propone que se hagan charlas tanto con los muchachos que bajan el corozo como los finqueros dueños de los terrenos para que el negocio funcione.

De regreso a Galeras saqué la cámara para tomar fotos del pueblo, hasta que mi motorista me dijo que mejor la guardara porque recientemente la necesidad en el pueblo se había incrementado. Así que la guardé y me quedé con el recuerdo en mi mente de aquel bonito pueblo donde en momentos difíciles la venta de corozo de lata salva patria.

"Corozo de lata". Foto: Natalia Gónima


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