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Colombia es el tercer país más vulnerable ante el cambio climático

A pesar de que nuestro país contribuye al 0.46% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), según la Organización de las Naciones Unidas, somos el tercer país más indefenso a la hora enfrentar sus consecuencias.

Los gases GEI son aquellos que absorben el calor en la atmósfera y mantienen la temperatura media de la tierra. Actividades humanas como la industrialización, la tala de bosques y las malas prácticas agrícolas y ganaderas han incrementado estos gases aumentando su temperatura en 0.14 grados centígrados, en los últimos diez años. Se estima que con un alza de 4 grados centígrados sería muy difícil para la raza humana sobrevivir en la superficie terrestre.

El fenómeno del niño que inició en el 2015 ha sido el más caluroso en la historia del país. Montes de María, Bolívar - Foto: Patrimonio Natural

Con el aumento de la temperatura los fenómenos climáticos son más intensos, frecuentes e impredecibles, se derriten los polos, sube el nivel del mar y las poblaciones costeras se ven afectadas. Además, la agricultura sufre, y peligra la seguridad alimentaria.

Según el IDEAM, en esta última década, la temperatura en Colombia aumentó en 0.2 grados centígrados. Las consecuencias de este cambio se notaron en la intensificación de fenómenos de variabilidad climática como el fenómeno de la niña y el fenómeno del niño que aunque siempre han ocurrido, con el cambio climático se han intensificado y prolongado de forma súbita.

Además, con el incremento de la temperatura enfermedades como el dengue, la malaria o el chikungunya van a conquistar nuevos espacios y por la variabilidad climática, al perder cultivos y suelos para la agricultura, la inseguridad alimentaria también puede aumentar. Y aunque los colombianos contribuimos muy poco en la emisión de estos gases se estima que de no hacer nada para el año 2030 nuestro aporte puede duplicarse.

Esto es sumamente grave si tenemos en cuenta que según las cifras que arrojan los nuevos escenarios de cambio climático para el país, en los siguientes 25 años los glaciares dejarán de existir, los páramos de donde sale el 70% del agua que consumen los colombianos se reducirán en un 50% y la temperatura de los departamentos aumentará como mínimo un 0.7%.

Fuente: http://www.cambioclimatico.gov.co/infografias-3

Fuente: http://www.cambioclimatico.gov.co/infografias-3

Por lo anterior, en la Conferencia sobre Cambio Climático en París (COP21) que se llevó a cabo a finales del 2015, Colombia se comprometió a tomar medidas concretas de adaptación que van desde la delimitación y protección de páramos, hasta lograr que el 100 % del territorio nacional cuente con planes de adaptación al cambio climático. La meta es reducir el 20 % de nuestras emisiones para el año 2030.

Según Gabriel Vallejo, ex ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, la firma del acuerdo de paz sumado a estos compromisos ambientales son una oportunidad para que “el país modernice y transforme su economía, proteja sus bosques, reduzca la deforestación y cuente con una industria eficiente, baja en carbono y resiliente al clima”.

Sin embargo, para Francisco Alberto Galán, Director hace diez años del Fondo Patrimonio Natural colombiano, los retos de mitigación y adaptación del cambio climático para el país serán enormes, pues “la vulnerabilidad está dada por los cambios pero también por la capacidad de respuesta”.

Tan solo en el 2010 Colombia tuvo que afrontar pérdidas de 11 billones de pesos debido a las inundaciones y los desastres que trajo el fenómeno de la niña y más recientemente, en el 2015 y el 2016, experimentamos el fenómeno del niño más largo que ha vivido el país y que dejó en vulnerabilidad de desabastecimiento de agua a 318 municipios y 110 más en estado crítico.

Por otro lado, Colombia tiene 311 ecosistemas continentales y costeros y sus bosques naturales cubren 61.2 millones de hectáreas, lo que corresponde a 53,5% del territorio continental del país. Por nuestra posición geográfica, somos el segundo país más biodiverso en el mundo, sin embargo, como bien lo dice Galán, “la variedad de ecosistemas tiene sus ventajas pero también desventajas porque debemos tener una mayor variedad de respuestas”.

Los gases de efecto invernadero que se producen en nuestro territorio son principalmente producto del transporte, la agricultura y la tala de bosques. En el 2014 la deforestación aumento en un 16% con 140.356 hectáreas de bosque que fueron deforestadas principalmente por la conversión de bosques en pastizales para ganadería y agricultura, la minería, la tala ilegal, incendios forestales y los cultivos ilícitos.

Pero no todo es malo. Siendo el tercer país más vulnerable al cambio climático por nuestra geografía y una institucionalidad débil, Colombia se ha dado a la tarea de participar de forma activa en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). En el año 1998 Colombia presentó por primera vez al mundo la Primera Comunicación de Cambio Climático y doce años después presentó la segunda y la tercera fue presentada el año pasado.

Tenemos claro que un pilar clave en la lucha contra el cambio climático a nivel global es la protección de nuestros ecosistemas boscosos, tanto así que la comunidad internacional está dispuesta a pagar 100 millones de dólares por resultados si detenemos la deforestación neta en la Amazonía para el año 2030. Seis millones de dólares ya fueron entregados a Patrimonio Natural para su administración por haber reducido la tala de bosques en el amazonas en los últimos dos años.

Sin embargo, la solución para adaptarnos al cambio climático va mucho más allá de detener la deforestación. Somos un país en donde el acceso a las tierras se dio bajo un criterio de usurpar, de concentrar y de tener poder más allá de un modelo económico productivo y racional.

Según Galán, “hemos sido muy torpes a la hora de manejar nuestras tierras. No todas tienen catastro y de las que tienen alrededor del 60% no tienen claridad de títulos. Esa cifra es dramática en varios sentidos. Habla de la violencia del país, de su informalidad y de algo clave cuando se tiene un recurso del cual se ha apropiado de manera indebida, si no lo se valora en su escases relativa, se abusa del recurso y la racionalidad económica se vuelve otra”.

Así las cosas, en un contexto de paz y de cambio climático, más que voluntad por parte del gobierno para hacerle frente a sus consecuencias necesitamos unirnos todos como país, tanto el gobierno como la sociedad civil, entorno al objetivo colectivo de conservar y valorar nuestra riqueza natural.

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